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jueves, septiembre 11, 2008

UNA SUPERVIVIENTE



En este mundo que nos ha tocado vivir casi nadie aspira a aprender y mejorar si eso le supone esfuerzo y sufrimiento, pero todos buscan la felicidad, el mito del siglo XXI, al menos aquí en Occidente. Después de 25 años trabajando con muy pocos descansos, pocos apoyos y muchísimos inconvenientes (muchos más de los que nunca hubiese imaginado), quisiera hacer una reflexión sobre el camino andado. La mía es esa generación a la que convencieron de que ir a la Universidad era la puerta para conseguir un buen trabajo. Muchas de nuestra madres habían cursado estudios primarios, no universitarios, y la mayoría no ejercían profesionalmente, se dedicaban al cuidado de la familia que era la norma social predominante. El hombre fuera del hogar y la mujer dentro, un arquetipo típicamente machista. Ir a la Universidad, nos llevó años de esfuerzo, sudor y lágrimas, convocatorias y estrés, y cuando por fin llegamos al INEM a inscribirnos, enseñando, orgullosos, nuestro título, nos dijeron que lamentablemente no era suficiente. Tenemos un título, conocimientos de idiomas, habilidades informáticas y unas cuantas horas en cursos de formación. Muchas veces fuimos los jóvenes mejor preparados y peor pagados.
El mundo laboral lo conozco al completo. He trabajado en empresas privadas y mixtas, con contrato con fecha de fin, por obra, indefinido y hasta sin contrato. Soy empresaria y trabajadora por cuenta ajena, cotizando por tanto a ambos regímenes, y además, desde hace 20 años trabajo simultáneamente para medios de comunicación: TV, radio y prensa escrita. He tenido contratos por menos horas de las que en realidad trabajaba y de una categoría menor que el puesto que en realidad desempeñaba, he cobrado el paro, y he tenido contratos de jornada completa y media jornada. He llegado a tener 3 trabajos a la vez.
No recuerdo cuando tuve 30 días de vacaciones. Del mundo laboral desterraría el machismo y la mezquindad que encontré: agresividad desmedida, patologías de todo tipo, gente sin escrúpulos, muy perversa, mentirosos patológicos y muy manipuladores, gente impresentable con muchas ganas de hacer dinero a cualquier precio. A una sociedad machista le interesa vender que el hombre triunfa, aunque sea a costa del talento de las mujeres.
Si hago memoria..., he trabajado con presión, mobbing, depresión, crisis de autoestima y hasta después de sufrir un trastorno afectivo. He trabajado en muchas situaciones posibles, y al final de todo este tiempo trabajando casi sin descanso, he logrado sobrevivir y mantenerme activa, pagar mi hipoteca, ganar en serenidad y dormir tranquila. El conocimiento me ha dado libertad. Pero no hubo nada fácil, ni en lo personal ni en lo profesional, sólo que nunca dejé de trabajar; siempre traté de superar las situaciones adversas de la vida sin apartarme del trabajo, con mucho esfuerzo, sabiendo que cuanto menos dependa uno de nadie mejor podrá arreglárselas.
Por eso cuando ahora veo, con la perspectiva de los años y la experiencia, toda esa nueva tribu urbana de personas que a toda costa quieren ser famosos en un programa de TV aunque no sobresalgan por nada, comprendo que sólo buscan el dinero fácil y rápido, tan rápido como el éxito efímero que les llega, sin conocimientos, sin educación, sin nada por lo que brillar.
Siempre he admirado a personas inteligentes y a la vez muy humanas, que creo que son la misma cosa. Las mejores personas que he encontrado en la vida, las más esforzadas son por lo general personas que han sufrido mucho y hoy tienen una gran humanidad. Pero en la actualidad la gente más joven vive privada de una cultura trágica: tienen casi todo para satisfacer sus necesidades y hay quién ha dejado de valorar lo que cuesta conseguir las cosas en la vida y el tiempo que se emplea.
En este mundo casi nadie aspira a aprender y mejorar si eso le supone esfuerzo. Y las cosas en la vida no vienen solas, vas dejando jirones de ti misma en el camino.

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