Ahora que como predijo Andy Warhol la gente goza de su cuarto de hora de gloria en las televisiones de medio mundo, ahora que hemos cambiado los confesionarios por los platós y encontrado un filón de dinero fácil a cambio de mezquindad, superficialidad y zafiedad, apena ver como algunas personas confunden lo que ha sido la revolución sexual con ir a contar a la televisión los polvos que ha disfrutado con la pareja o ex-pareja de turno. Habría que recordar que las revoluciones no vienen solas, que llevan su tiempo y esfuerzo y tienen su por qué, y que se hacen, por ejemplo, para ganar libertad sobre la sexualidad de cada cual, y en definitiva sobre su propia libertad individual. Y que aún quedan muchos países en el mundo donde la libertad sexual es un espejismo, condenando a miles de personas a vivir una vida que no es la suya, que no escogieron ni soñaron, una vida sin ilusiones ni libertad, un mal sueño; o abocadas a la larga soledad de los días o al rechazo y condena en el caso de las personas con conductas homosexuales.
Ya se puede tener sexo sin amor sin que sea un delito. Junto a las prácticas tradicionales, internet, la mujer y los jóvenes están protagonizando en la actualidad una nueva revolución sexual.
Nos pierde el dinero fácil y rápido, aunque tan sólo nos traiga un éxito efímero, y uno a cambio tenga que contar publicamente la mayor ordinariez.
Libertad para mercadear con su cuerpo también. Ya puestos a tirar todos los límites al fundamentalismo de mercado por qué no?
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