“Un hombre sólo posee aquello que no puede perder en un
naufragio”
(Proverbio hindú)
"Debemos vivir con sencillez, para que otros sencillamente puedan vivir"
(Gandhi)
¡Pues hasta aquí hemos llegado!
Sea porque estamos en crisis personales, sea por un aumento de nuestra
conciencia y sabiduría, o sea porque no hay más remedio, el hecho es que o
decrecemos o vamos al abismo.
“Decrecimiento” no significa retroceder sino frenar, detener
el crecimiento imparable. Esto a quien más perjudica es a las multinacionales, a
nosotros sólo puede beneficiarnos.
Existen alternativas y muchos movimientos a favor de un estilo de
vida más amable con el planeta y con nosotros mismos: economía
solidaria, consumo responsable, comercio justo, trueque, alimentos naturales,
agricultura sin transgénicos y ecológica, saborear los momentos, vida sencilla
por fuera pero rica por dentro, etc.
CONSUMO:¿Y para qué tanto dolor? Para nada porque la mayoría
(dicen que el 99% pero no puedo creerlo) de los objetos que pasan por este
sistema van a la basura en 6 meses¡¡¡
Como sociedad en conjunto estamos devorando el mundo
pero como individuos aislados es el mundo/el sistema quien se nos ha comido a
nosotros. Afortunadamente nuestro
modelo económico y de civilización no es inmutable como la ley de la gravedad
sino que ha sido humanamente (perdón, codiciosamente) diseñado. Y por tanto,
puede ser redirigido. Podemos
transformar nuestra ceguera, inercia y pasividad en las 4”C”: conocimiento,
conciencia, compromiso y consumo responsable y las 3 “R”: reducir, reutilizar y
reciclar.
CRECIMIENTO RIMA CON ESTREÑIMIENTO
Uno de los tabúes más incuestionables de la sociedad dogmática moderna es el del
crecimiento. Basta con asistir a los mítines de cualquier grupo político en
periodo electoral o no: todos prometen más, más crecimiento, más trabajo, más
guarderías, más aparcamientos, más infraestructuras, más energía… “Más”
es siempre la consigna.
Ningún grupo político se ha atrevido hasta ahora a plantear algún tipo de
límite al crecimiento. Ninguno de ellos se atreve a pronunciar la palabra
“menos”. Decrecer no entra en sus planes. Hay que crecer, a
costa de lo que sea, de la Naturaleza, de la sociedad, de las familias, de los
derechos de las personas…
No sólo los políticos están obsesionados con el crecimiento y el
desarrollismo. También en las universidades, también en las empresas, también en
los clubes deportivos, también en los hospitales, también en los pueblos, todo
el mundo quiere crecer. No se sabe muy bien hacia dónde, pero siempre se
quiere crecer. La seducción del crecimiento ha llegado a todos los
puntos cardinales del orbe, a todos los pueblos, a todas las culturas… Nadie se
quiere conformar con menos.
El consumo masivo es como un ruido de fondo que apaga y eclipsa el
vacío espiritual, un silencio que nadie quiere escuchar porque le
muestra a cada uno su verdadero ser.
Las prudentes palabras de los sabios, vengan de la tradición que vengan, son
acalladas por las máquinas que, con su ruido infernal, nos hacen verle las
orejas al lobo. Aquí y allá, hombres y mujeres de todo el planeta, pueblos
enteros, culturas enteras, se doblegan ante el desarrollo y los
falsos encantos que le acompañan.
Dejan hacer como si todo estuviera ya perdido. Las mujeres piden la epidural
para el parto. Los pueblos dejan edificar en las zonas más bellas
horrendas urbanizaciones de nuevos ricos “quiero y no puedo”. Se
abandonan gastronomías milenarias a cambio de un fast food tosco, insano y
grasiento. A los rebeldes se les lapida en los medios de
comunicación y acaban abandonando la lucha y abrazando la fe del progreso, que,
obviamente, tiene también algunos puntos positivos, porque ni todo es
completamente malo ni completamente bueno.
Pero todo el mundo parece olvidar algo importante. En un mundo de más de 6000
millones de personas, sólo se puede seguir creciendo, aunque sea de “forma
sostenible” sometiendo a la Naturaleza y a los pueblos y sociedades humanas a un
expolio sistemático (como ha ocurrido hasta la fecha) de unas
consecuencias terribles para el propio expoliador.
Tenemos pocas esperanzas de que el mundo moderno se decida algún día a
decrecer para salvar vidas humanas, especies en extinción, para mitigar el
cambio climático… Pero crecimiento rima con estreñimiento. Y, a más crecimiento,
más grandes serán los problemas, mayores las estrecheces, más grandes las crisis
que lleguen, incluida la climática. Es decir, que, tanto si se quiere como si
no, el decrecimiento llegará, porque, a este ritmo, no hay
recursos para todos.
Trabajar hoy por el decrecimiento es un acto de entrega al orden cósmico, de
regreso al “gran pacto” al que el hombre debería volver para, de nuevo, formar
parte de la unidad cósmica.
Tanto si sirven de algo como sino, nuestros esfuerzos en el presente tienen
una dimensión espiritual de enorme belleza que, como mínimo, tendrá efectos
positivos en nuestra salud mental. Como mínimo…
Desplazarse en un Rolls Royce no es
civilización.
Vivir en rascacielos no es
civilización.
Disponer de abundante riqueza no es civilización.
Tener títulos y honores no es
civilización.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Tener compasión es civilización.
Tener espíritu de sacrificio es
civilización.
Hay que volver a la Naturaleza y a
la vida natural.
Tenemos que recuperar la vida
simple y el alto pensar de nuestros antepasados.
Lleva ropa sencilla.
Camina cada día.
Come alimentos sencillos.
Reduce tus necesidades.
Se honesto en las cuestiones
económicas.
Desarrolla cualidades nobles.
Habla la verdad.
Aprende a tener una vida divina
mientras permaneces en la Tierra.
De ese modo, lo mayores problemas
estarán solucionados.
Habrás recuperado el paraíso
perdido.
Las miserias se acabarán. Tendrás
éxito en cuanto emprendas”
EL DECÁLOGO
Este es un extracto de un artículo publicado en una página de Facebook del pueblo mejicano:
"Si analizamos los
problemas que sufrimos a todos los niveles (individual, institucional, nacional
e incluso a nivel mundial), descubriremos que en el fondo de casi todos ellos,
está el pensamiento y la actitud de alguien centrado en sí mismo, buscando su
propio beneficio, sin importar mucho lo que ello pueda afectar a los demás. Por
eso llegó el momento de dejar atrás los mezquinos y egocéntricos yo, mi, me,
conmigo, para mi, etc, etc. y avanzar hacia el amplio y generoso NOSOTROS.
Desde el pecadillo más
inocente hasta el crimen más atroz provienen -en mayor o menor medida- de un
enfermizo egoísmo miope. Miope porque más allá del beneficio momentáneo que
obtengamos, sin quererlo o incluso sin darnos cuenta, estamos complicando
nuestra propia vida, la de las personas que más queremos y la de muchas más, a
mediano y a largo plazo.
Por eso, si de verdad
deseamos que mejore la situación de México; si queremos mejor calidad de vida
para nosotros mismos y nuestra familia; si es cierto que queremos salvarnos
como individuos y como país, es indispensable y urgente empezar a salir de nuestro
mundito tomando en cuenta a nuestros compañeros de trabajo, de escuela, de
colonia, de vida... a nuestros compañeros de patria.
Cada vez que pienses
hacer algo que te saque del apuro o que te resulte cómodo, pero que pueda
perjudicar directa o indirectamente a alguien más (en el grado que sea), amplía
generosamente tu deseo de bienestar para que los beneficios que resulten de tus
actos duren más tiempo y lleguen a más personas, sin dañar a nadie. Puedes
estar seguro(a) que tu propia vida también mejorará en la medida en que
favorezcas a los demás".
P.D.:
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