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sábado, agosto 25, 2012

60º DÍA EN LA LUNA


“Un hombre sólo posee aquello que no puede perder en un
naufragio”
(Proverbio hindú)
He descubierto un blog titulado "El dedo en la llaga", repleto de artículos interesantes sobre el camino de debe tomar este mundo si queremos sobrevivir como especie. He escogido un par de artículos de este buen blog, que os escribo a continuación, hablan sobre EL DECRECIMIENTO, también os dejo la dirección del blog.
"Debemos vivir con sencillez, para que otros sencillamente puedan vivir"
(Gandhi)

¡Pues hasta aquí hemos llegado!

Sea porque estamos en crisis personales, sea por un aumento de nuestra conciencia y sabiduría, o sea porque no hay más remedio, el hecho es que o decrecemos o vamos al abismo.
“Decrecimiento” no significa retroceder sino frenar, detener el crecimiento imparable. Esto a quien más perjudica es a las multinacionales, a nosotros sólo puede beneficiarnos.
Existen alternativas y muchos movimientos a favor de un estilo de vida más amable con el planeta y con nosotros mismos: economía solidaria, consumo responsable, comercio justo, trueque, alimentos naturales, agricultura sin transgénicos y ecológica, saborear los momentos, vida sencilla por fuera pero rica por dentro, etc.
CONSUMO:¿Y para qué tanto dolor? Para nada porque la mayoría (dicen que el 99% pero no puedo creerlo) de los objetos que pasan por este sistema van a la basura en 6 meses¡¡¡
 
Como sociedad en conjunto estamos devorando el mundo pero como individuos aislados es el mundo/el sistema quien se nos ha comido a nosotros. Afortunadamente nuestro modelo económico y de civilización no es inmutable como la ley de la gravedad sino que ha sido humanamente (perdón, codiciosamente) diseñado. Y por tanto, puede ser redirigido. Podemos transformar nuestra ceguera, inercia y pasividad en las 4”C”: conocimiento, conciencia, compromiso y consumo responsable y las 3 “R”: reducir, reutilizar y reciclar.
 
 CRECIMIENTO RIMA CON ESTREÑIMIENTO
  Uno de los tabúes más incuestionables de la sociedad dogmática moderna es el del crecimiento. Basta con asistir a los mítines de cualquier grupo político en periodo electoral o no: todos prometen más, más crecimiento, más trabajo, más guarderías, más aparcamientos, más infraestructuras, más energía… “Más” es siempre la consigna.
Ningún grupo político se ha atrevido hasta ahora a plantear algún tipo de límite al crecimiento. Ninguno de ellos se atreve a pronunciar la palabra “menos”. Decrecer no entra en sus planes. Hay que crecer, a costa de lo que sea, de la Naturaleza, de la sociedad, de las familias, de los derechos de las personas…
No sólo los políticos están obsesionados con el crecimiento y el desarrollismo. También en las universidades, también en las empresas, también en los clubes deportivos, también en los hospitales, también en los pueblos, todo el mundo quiere crecer. No se sabe muy bien hacia dónde, pero siempre se quiere crecer. La seducción del crecimiento ha llegado a todos los puntos cardinales del orbe, a todos los pueblos, a todas las culturas… Nadie se quiere conformar con menos.
El consumo masivo es como un ruido de fondo que apaga y eclipsa el vacío espiritual, un silencio que nadie quiere escuchar porque le muestra a cada uno su verdadero ser.
Las prudentes palabras de los sabios, vengan de la tradición que vengan, son acalladas por las máquinas que, con su ruido infernal, nos hacen verle las orejas al lobo. Aquí y allá, hombres y mujeres de todo el planeta, pueblos enteros, culturas enteras, se doblegan ante el desarrollo y los falsos encantos que le acompañan.
Dejan hacer como si todo estuviera ya perdido. Las mujeres piden la epidural para el parto. Los pueblos dejan edificar en las zonas más bellas horrendas urbanizaciones de nuevos ricos “quiero y no puedo”. Se abandonan gastronomías milenarias a cambio de un fast food tosco, insano y grasiento. A los rebeldes se les lapida en los medios de comunicación y acaban abandonando la lucha y abrazando la fe del progreso, que, obviamente, tiene también algunos puntos positivos, porque ni todo es completamente malo ni completamente bueno.
Pero todo el mundo parece olvidar algo importante. En un mundo de más de 6000 millones de personas, sólo se puede seguir creciendo, aunque sea de “forma sostenible” sometiendo a la Naturaleza y a los pueblos y sociedades humanas a un expolio sistemático (como ha ocurrido hasta la fecha) de unas consecuencias terribles para el propio expoliador.
Tenemos pocas esperanzas de que el mundo moderno se decida algún día a decrecer para salvar vidas humanas, especies en extinción, para mitigar el cambio climático… Pero crecimiento rima con estreñimiento. Y, a más crecimiento, más grandes serán los problemas, mayores las estrecheces, más grandes las crisis que lleguen, incluida la climática. Es decir, que, tanto si se quiere como si no, el decrecimiento llegará, porque, a este ritmo, no hay recursos para todos.
Trabajar hoy por el decrecimiento es un acto de entrega al orden cósmico, de regreso al “gran pacto” al que el hombre debería volver para, de nuevo, formar parte de la unidad cósmica.
Tanto si sirven de algo como sino, nuestros esfuerzos en el presente tienen una dimensión espiritual de enorme belleza que, como mínimo, tendrá efectos positivos en nuestra salud mental. Como mínimo…
 
Desplazarse en un Rolls Royce no es civilización.
Vivir en rascacielos no es civilización.
 
Disponer de abundante riqueza no es civilización.
Tener títulos y honores no es civilización.
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Tener compasión es civilización.
Tener espíritu de sacrificio es civilización.
Hay que volver a la Naturaleza y a la vida natural.
Tenemos que recuperar la vida simple y el alto pensar de nuestros antepasados.
Lleva ropa sencilla.
Camina cada día.
Come alimentos sencillos.
Reduce tus necesidades.
Se honesto en las cuestiones económicas.
Desarrolla cualidades nobles.
Habla la verdad.
Aprende a tener una vida divina mientras permaneces en la Tierra.
De ese modo, lo mayores problemas estarán solucionados.
Habrás recuperado el paraíso perdido.
Las miserias se acabarán. Tendrás éxito en cuanto emprendas”
 
EL DECÁLOGO
 
Este es un extracto de un artículo publicado en una página de Facebook del pueblo mejicano:
"Si analizamos los problemas que sufrimos a todos los niveles (individual, institucional, nacional e incluso a nivel mundial), descubriremos que en el fondo de casi todos ellos, está el pensamiento y la actitud de alguien centrado en sí mismo, buscando su propio beneficio, sin importar mucho lo que ello pueda afectar a los demás. Por eso llegó el momento de dejar atrás los mezquinos y egocéntricos yo, mi, me, conmigo, para mi, etc, etc. y avanzar hacia el amplio y generoso  NOSOTROS.
Desde el pecadillo más inocente hasta el crimen más atroz provienen -en mayor o menor medida- de un enfermizo egoísmo miope. Miope porque más allá del beneficio momentáneo que obtengamos, sin quererlo o incluso sin darnos cuenta, estamos complicando nuestra propia vida, la de las personas que más queremos y la de muchas más, a mediano y a largo plazo.
Por eso, si de verdad deseamos que mejore la situación de México; si queremos mejor calidad de vida para nosotros mismos y nuestra familia; si es cierto que queremos salvarnos como individuos y como país, es indispensable y urgente empezar a salir de nuestro mundito tomando en cuenta a nuestros compañeros de trabajo, de escuela, de colonia, de vida... a nuestros compañeros de patria.
Cada vez que pienses hacer algo que te saque del apuro o que te resulte cómodo, pero que pueda perjudicar directa o indirectamente a alguien más (en el grado que sea), amplía generosamente tu deseo de bienestar para que los beneficios que resulten de tus actos duren más tiempo y lleguen a más personas, sin dañar a nadie. Puedes estar seguro(a) que tu propia vida también mejorará en la medida en que favorezcas a los demás".
P.D.:



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