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lunes, septiembre 10, 2012

77º DÍA EN LA LUNA



SOBRE EL AMOR Y LA VIDA
“Es en este gran manantial de amor que llamamos vida, que nos hacemos libres de ataduras, en la medida en que pasamos por las duras pruebas que se nos presentan”. Es en este “ir y venir” buscando “no sabemos qué”, lo que se nos hace imprescindible encontrar. Es en la sencillez, que conocemos la verdad y el camino, es en la humildad de sabernos nada, lo que nos lleva a dar todo lo que pensamos que no somos capaces de lograr, y que otros pueden ver en nosotros. Es escuchando en la elocuencia del silencio, cuando verdaderamente conocemos los latidos de nuestro corazón.
Como decía una chica en su blog: “uno reflexiona para conocerse a sí mismo, escucha sus estados de ánimo en el silencio de la soledad esperando encontrar la clave secreta que lo puede cambiar todo. Esperando encontrar el libro de ruta que guía cada uno de los viajes al centro de nuestra conciencia, de la psique, que define cada uno de nuestros actos. No es fácil ahondar en las emociones cuando estas se ocultan y quedan veladas y escondidas como náufragos sin poder salir a flote. Uno reflexiona para conocerse a sí mismo, y entre tanto decide seguir adelante casi ciego, viviendo a bandazos con la incertidumbre de no saber si lo que uno siente es real o es ficticio”. Tu, amigo Luis, sabes tan bien como yo, que no es fácil definir las emociones y clasificarlas para descubrir la identidad de uno mismo. “Uno reflexiona para conocerse a sí mismo pero no existen las fórmulas magistrales que te hacen comprenderlo todo porque la mente del Ser Humano tiene mucho de incomprensible”. Conocerse bien no lleva a encerrarse en la propia subjetividad, sino a verse a uno mismo con toda la objetividad posible. Una tarea difícil.
Creo que nos hemos alejado demasiado de nosotros mismos, del verdadero sentido de la vida, que es llegar al autoconocimiento, a la verdad profunda, al conocimiento de uno mismo y de los demás, así como del mundo que nos ha tocado vivir, y no se puede vivir toda una vida como un exiliado. “Casi todos caminamos alguna vez en la vida al borde del andén sin que los que pasan a nuestro alrededor nos cojan de la mano para no tropezar de nuevo. Hay veces que hay que borrar las huellas que nos dejaron aquellos que no nos quisieron como tenían que querernos. Casi todos intentamos alguna vez huir, salir del túnel. Ese túnel donde el tiempo se para, ese espacio interminable donde la falta de luz nos ciega el alma. Hay veces que hay que mirar antes de cruzar ese puente por el que nunca volveremos a pasar. Ese puente que comunica lo que ha sido y no volverá a ser, lo que podría haber sido y no fue. Casi todos sentimos vértigo alguna vez, pero aunque parezca imposible se puede mirar hacia adelante sin sentir miedo”.
En el silencio he descubierto que es mejor escuchar que hablar, que es mejor comprender que opinar, que es mejor dar que recibir, es en la quietud de nuestras almas, que encontramos los dones más maravillosos, que se nos han dado como un regalo de la vida. En el silencio estoy aprendiendo a escuchar el mensaje que se esconde por entre las palabras vanas, superficiales. Estoy aprendiendo a amar. Cuando amas a las demás personas, también te amas a ti misma, e igual que tu y que yo nos miramos en el espejo y reconocemos que tenemos que mejorar, las personas a quien amamos también lo hacen, por eso entiendes lo que hay en el corazón de las personas.
“El  tiempo es nuestro mejor aliado y la experiencia nuestra compañera de viaje más cómplice. La sabiduría está en saber interpretar las señales que nos dejaron los años en el alma. El esfuerzo es nuestra mejor baza, los secretos nuestras mejores armas y nuestros silencios los mayores escudos”.
Amigo Luis, de la misma forma que no hay viajes maravillosos, sino viajeros maravillosos, tampoco hay amores buenos, sino amantes buenos. Algunas personas están dotadas para el amor y otras en cambio no lo están ni lo estarán nunca.
Vivimos en un mundo en el que no se acepta el dolor como la esencia de la vida, un mundo materialista y superficial, un mundo individualista, me cruzo junto a otros seres que irradian “transitoriedad e indiferencia”, con gente que finge que es feliz (se sigue siendo infeliz y en vez de admitirlo y ponerle remedio a la situación, se finge lo contrario), un mundo que sólo se preocupa de sí mismo y no de los demás. Y han adaptado el amor a ese mundo, han convertido el sentimiento más libre y hermoso del mundo, en un sentimiento dividido por el dolor y el miedo. ¿Qué es para ti la libertad? Para mi es poder hacer lo que tu corazón quiere hacer. Mientras amo, sufro o lloro… siento que estoy viva. Las personas crecemos a través de la gente, si estamos en buena compañía, crecemos mejor.
La capacidad para elegir el rumbo de nuestra vida,  nos permite reinventarnos, modificar nuestro futuro para lograr alcanzar “esa libertad que nos permitirá ser dueños de nuestros sentimientos y de nuestra vida”. “Buscarse” y “descubrirse” es la esencia de la vida. Tras ello o en el camino, viene la revelación de todos los misterios”, decía Braddha Bala que “sólo el se conoce a si mismo es auténticamente libre”. El silencio no es la ausencia de sonido, sino la ausencia del yo, y con el “yo” eliminado, esto es el “Nirvana” aquí y ahora, je¸je… Cuando tu “ego” ya no esté, sólo entonces sabrás quien eres. Para Buda “la vida es un equilibrio. El que alcanza ese equilibrio, alcanza la verdad”. “Permaneced sosegados en el desasosiego” nos dijo, “quien está en paz, jamás perderá su camino”.
Hay un mar que no está lejos de nosotros. Cuando desaparece un ser querido, la imaginación y la realidad se entrelazan. Uno queda suspendido en el tiempo, con un pie en el pasado y el recuerdo y el otro en el presente. La “suspensión del tiempo” es una situación claramente “irreal”, poética. Esta marea alta, este fuerte oleaje, es una violencia que periódicamente nos inunda en la vida, como un intruso silencioso, pero también una experiencia que te marca para siempre, y que ahora abre un tranquilo rincón en tu mente por el que el tiempo no pasa, y en el que estarán tus seres queridos, y todas aquellas personas que han sido importantes en tu vida. Porque la muerte es la vida, o la vida es muerte, simultáneas, en competencia, en complemento, como lo escribieron los  grandes poetas: “la muerte es una visita invisible, su presencia nos revolotea sobre la cabeza, agitando nuestra respiración, oprimiéndonos el pecho, dejándonos ese dolor inespecífico que tal como llega se va”.
Como dijo Mahatma Gandhi, amigo Luis, “mucha gente, especialmente la ignorante, desea “castigarte” por decir la verdad, por ser correcto, por ser “tú”. Nunca te disculpes por ser correcto, o por estar años por delante de “tu” tiempo. Si “estás” en lo cierto y lo “sabes”, que hable “tu” razón. Incluso si “eres” una minoría de uno sólo, “la verdad sigue siendo la verdad”.
Hoy uno de esos seres queridos ha hecho un viaje sin retorno.  Hoy quizás más que nunca querrás mirarte en su espejo, y hasta es posible que le comprendas mejor que nunca.
Muchísimas gracias Luis, por tu esfuerzo continuado todos estos años, por tu sabiduría y tu trabajo, al que has dedicado tu vida, muchísimas gracias por lo que has aportado a este país, y muy especialmente al mundo de la cultura y del cine, un mundo que amo, y que tuvo la “valentía” de levantar la voz para decir “NO a la guerra”.
Luis, te has quedado sin un referente, pero te quedan muchos otros, mira a tu alrededor, tienes muy buenos amigos, y gente que te quiere de verdad, uno de los pocos valores que todavía no cotiza en bolsa, je, je… el cariño, es decir, eres “rico”, tienes un tesoro. Cuídalo.
Yolanda.
 
P.D.: Esta es la carta que le escribí a un amigo coincidiendo con la muerte de su padre.
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1 comentario:

  1. Estoy seguro que tu amigo encontró en tus palabras el consuelo que necesitaba.
    Creo que reflexionamos demasiado y que deberíamos confiar más en los instintos a la hora de tomar decisiones. No en el instinto desesperado del animal acorralada, o en el instinto torturado de un perro atado a una cadena que pugna por liberarse sino en el instinto sabio de una vaca que rumia apacible en el prado o en el de un gato que se pasea elegante entre la hierba.

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