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sábado, febrero 03, 2007

LOVE AND DEATH



"Esta eres tú
con los ojos cerrados bajo la lluvia
acabas de descubrir que tu vida entera ha sido un sueño
y ahora estás despertando..."

MI VIDA SIN MÍ
“Mi vida sin mí” cuenta la historia de Anna, una mujer de 23 años, que se gana la vida limpiando suelos en la universidad y vive en un trailer de un suburbio, con dos preciosas niñas y un marido que la quiere. Tiene una madre desgraciada y está casada con el chico que le dejó su camiseta para secarse las lágrimas en un concierto de Nirvana...De pronto descubre que le quedan unos meses de vida y opta por no compartir con nadie ese secreto, para evitar que otros empiecen a hablarle de su muerte. Se escribe una lista de las cosas que no quiere dejar de hacer antes de morir -desde visitar a su padre en la cárcel o tener sexo con alguien que no sea su esposo, hasta pintarse las uñas con colores improcedentes, y se lanza a lo que otros descartarían: vivir.
Ésta es la historia, por tanto, de una superviviente que asume la muerte sin cerrar los ojos. Hace un voto de silencio y decide pasar su tormento sin decírselo a nadie.
Pertenece a ese género de historias que nunca se olvidan y que todos debiéramos recomendarnos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos. Ayuda a entender el misterio de la vida. La vida absurda, la vida breve, la vida aparcada en la roulotte de los sueños.
Con el tiempo recordaremos que alguien nos contó una vez en una sala de cine qué sería de nosotros si nos quedara tan poco tiempo para ser felices. ¿Qué puede hacer un ser humano, si a los 23 años, enamorada y madre de dos niñas pequeñas, con toda la vida por delante, le diagnostican un cáncer que la matará en pocos meses?. Nada menos que ese es el punto de partida de esta película de Isabel Coixet.
Morir y despertar son la misma cosa. Es un personal canto a la vida, y un testimonio de amor a la vida impresionante, una de las películas más maduras, más hondamente humanas, que pueda verse en estos tiempos de derrota de la inteligencia.
la historia de una mujer joven, que, tras diagnosticarle una enfermedad terminal, pretende cumplir sus últimos deseos repartiendo y dándose felicidad. Opta por no despedirse de la vida, sino abrirse a los capítulos hasta entonces no explorados de su existencia. La protagonista, Sarah Polley, lleva el peso de la obra, con naturalidad. Una película con mucho tacto, cuando la bondad no esta de moda. Un melodrama de autor, sensible y comprometido. Con el look del mejor cine independiente.
Isabel Coixet, admitía haber aprendido la misma lección que aprende Ann, su protagonista: "la vida es corta y hay que aprovecharla"
La fuerza de Ann está en el silencio. “La muerte es un sentimiento que siempre llevas muy adentro", sostiene Coixet, "y ella prefiere morir con su secreto. Me gustan los secretos, nos evitan tener compasión por los demás".
“ Me daba mucho respeto. Quise evitar el síndrome de "La fuerza del cariño" y de Debra Winger agonizando con los niños y todo ese rollo. Mi personaje no se autocompadece nunca y tampoco espera la compasión de los otros, por lo cual, como espectadores tampoco debemos compadecerla. Estoy orgullosa, porque bordeando todas las trampas propias del melodrama la película no cae en ninguna. La peli es una especie de extraña aventura interior y al mismo tiempo una historia muy romántica de alguien que conoce a la persona que podría haber sido el amor de su vida si las cosas...”
Pregunta necrológica: ¿Qué harías si te quedaran tres meses de vida?” No sé, posiblemente no hiciera nada. Bueno, sí, volvería a los lugares que me han gustado: Roma, París, Nueva York y Ansó, un pueblo de Huesca. Bebería mucho champán, intentaría decir lo que pienso todo el rato y prepararía un buen funeral, una fiesta donde se proyectase un montaje con trozos de películas que parodiaran los funerales. Y pediría que me prepararan una cajita de cartón o de polyexpan porque lo de los ataúdes de madera no lo he entendido nunca”.





2 comentarios:

  1. Anónimo1:57 p. m.

    Si me quedaran 3 meses de vida haría lo mismo que hago ahora. Lo único que puedo hacer. Mi vida no cambiaría para nada, ni mejor ni peor. O tal vez me suicidaría sabiendo que ya todo es inevitable y no hay esperanza posible. Eso sería insoportable.

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  2. Anónimo12:31 p. m.

    Que bonito cuento de hadas.

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