Vivimos semi-secuestrados por el trabajo, sin apenas tiempo para llevar una agradable vida social, o dedicarlo a otras cuestiones cotidianas de la vida. Una de las peores cosas que tiene nuestro mercado laboral son sus empresas, de organización piramidal, y en las que existe una clara división sexual del trabajo. En ellas, las mayoría de los empleados no trabaja en lo que le gusta, lo que cambia por completo el clima que se respira dentro, repleto de mal humor, presiones, envidias y mobbing laboral. En la cima de la pirámide suele haber un empresario cutre al que le importa mucho sus beneficios pero muy poco el trabajador, por eso no se molesta que sus empleados trabajen motivados, sean valorados y estén bien remunerados, convirtiéndose esta situación en la principal causa de desmotivación personal en el trabajo. El trabajo se convierte entonces, en algo ingrato, molesto e incómodo, teniendo la sensación de estar trabajando sin parar para engordar la cuenta bancaria del empresario más que para formarse y desarrollarse laboralmente. Las empresas deberían ser lo contrario de lo que son: tener una organización horizontal, cuidar de que sus empleados trabajen a gusto, estén motivados y no infravalorados, se sientan parte activa de la empresa, desempeñen labores en las que se sientan autorealizados, remunerando a las personas exclusivamente por su capacidad, función y responsabilidad, sin distinción de sexo, y que su salario sea justo. Las empresas en España necesitarían dar un giro de 360 grados para renovarse. A mayor motivación en el trabajo mayor productividad, y a mayor productividad mayores ingresos. Los empresarios aún no se han dado cuenta de esta realidad. Ya es hora de que lo capten. Nunca tuvimos tantas máquinas que nos ayudasen a trabajar, sin embargo cada día trabajamos más. Una paradoja más.
jueves, noviembre 18, 2010
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